Análisis forenses pueden terminar con el mito de la muerte y sustitución de Paul McCartney

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  • Algunas de las claves que los criminalistas encuentran no pueden ser vistas a simple vista; algunas son hasta más pequeñas.

 

Yo tenía 13 años cuando escuché por primera vez la música que The Beatles hicieron después del 66. Hasta entonces, sólo había oído constantemente (aprendí con ellos a tocar guitarra) la música que habían hecho entre el 63 y el 66 y me impactó, sin saber nada de la teoría PID, lo diferente que cantaba Paul del 66 en adelante. Le pregunté a mi profesor de guitarra y él me respondió que se debía a que los recursos de grabación que estaban usando eran más sofisticados. Tal vez mucha gente en esos años se explicó el fenómeno de esa manera. Es probable que una persona se parezca físicamente a otra, lo improbable es la semejanza tanto en el fenotipo -las cirugías ayudan, por supuesto- como en el timbre que es una cualidad de la voz que nos identifica. Se pueden hallar grandes semejanzas en familiares consanguineos, pero en personas no vinculadas genéticamente es tremendamente raro, aunque ha ocurrido. Tienes el caso de Pablo Padin, el frontman de Dios Salve a la Reina. Tiene un rango vocal casi idéntico al de Freddie Mercury, pero su timbre es menos sonoro y eso permite captar la diferencia. En el caso de Faul el timbre es prácticamente el mismo que el de Paul, no así el de la tercera voz, que es mucho más diáfano. El timbre es el resultado del tono que naturalmente emiten las cuerdas vocales más los armónicos que se producen en el tracto vocal desde las cuerdas a la laringe y los armónicos que se producen en los resonadores superiores (cavidad bucal, senos nasales, cráneo, etc). Un buen imitador puede modular los armónicos para que la voz se parezca a la que desea copiar, pero la diferencia está en el tono natural. Y eso es lo que más me asombra de Faul, el señor que creció 5 cms a los 24 años: su timbre y el de Paul son perceptualmente idénticos. Hay una explicación. Cuando observas el análisis fonético ves que los formantes son diferentes y es por eso que los lingüístas forenses identifican 2 voces distintas. Sin embargo, el oído percibe los sonidos tal como el ojo percibe las formas. El cerebro completa la información que entra en el campo perceptual a partir de leyes que la Gestalt ha estudiado hace tiempo. Dos formas similares tienden a identificarse: por eso nos cuesta encontrar las 7 diferencias y las hallamos porque nos dicen que los 2 dibujos son diferentes. A diferencia de una imagen que se da en el espacio, el sonido se produce en el espacio y en el tiempo. Sin requerimientos especiales, la percepción humana siempre se rige por el menor esfuerzo. Hallar diferencias en 2 voces con timbres tan similares es muy difícil pues exige una capacidad de memoria formidable y relacionar, timbre, altura, frecuencia, modulaciones y un montón de cosas más; pero una persona que posea oído absoluto podría identificar la diferencia con facilidad. – Testimonio anónimo.

 

La ciencia forense es la aplicación de prácticas científicas dentro del proceso legal. Esencialmente esto se traduce en investigadores altamente especializados o criminalistas, que localizan evidencias que sólo proporcionan prueba concluyente al ser sometidas a pruebas en laboratorios.

Parte de la evidencia que hallan a menudo no puede ser vista a simple vista, a veces es hasta más pequeña. La ciencia forense ahora usa de manera rutinaria ADN en delitos seriamente complejos, solucionando muertes a partir de estos bloques estructurales de la vida.

Sin embargo, hacia 1966, que es cuando la aparente muerte y sustitución de Paul McCartney sucedió, este tipo de pruebas tan definitivas como la identidad por ADN no se efectuaban y de hecho, la calidad de los audios y de las imágenes eran demasiado pobres, como para que el público y los fanáticos pudieran identificar claramente alguna sustitución. Hoy en día la calidad de las transmisiones de Radio por ejemplo no tienen comparación a la limitada frecuencia perceptible vía AM, que es la frecuencia que permitía a los fanáticos escuchar a sus bandas favoritas.

No abordaremos en este artículo las teorías ni todo el abanico de investigaciones que a la fecha existen, y solo nos concentraremos en momentos importantes, por ser sus autores destacados y reconocidos investigadores que en su momento han presentado pruebas CONCLUYENTES, mismas que han pasado desapercibidas para una gran parte de la población, que seguramente desconoce la historia acerca de un Paul McCartney antes de Septiembre de 1966 y uno diferentes después de Noviembre de 1966.

A continuación citamos parte del trabajo de investigación que Lay Ruth, una renombrada investigadora independiente que ya ha publicado una compilación de artículos acerca de este tema:

Las opiniones vertidas en esta investigación son propiedad de sus autores y son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan el pensamiento ni la línea editorial de Tecnopia.org

 





La comparativa de voz del profesor Truby

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Henry (Hank) Meyer Truby nació en Kansas el 24 de julio de 1919. A la edad de doce años tuvo el privilegio de obtener plaza en la prestigiosa escuela San John en Delafield, Wisconsin, gracias a haber ganado un concurso nacional de ortografía. Se graduó con honores en 1937. Asistió a la Universidad de Texas, donde estudió Matemáticas, Lenguaje y Filología Inglesa. Se licenció en 1941.

Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en el ejército como capitán de infantería en Filipinas y Nueva Guinea. Fue condecorado con la Estrella de Bronce y dos Corazones Púrpura.

Posteriormente asistió a la Universidad de Wisconsin, obteniendo en 1949 la Licenciatura en Inglés con grado de maestría. Se especializó en fonética y lingüística, extendiendo sus conocimientos a todos los dialectos anglosajones, así como al sánscrito, la paleografía Griega y Latina, la Ingeniería y las Matemáticas.

Obtuvo el Doctorado en Lingüística en la Universidad de Columbia en 1954. Su investigación trató sobre la Fonología Comparada. En 1959 obtuvo el Doctorado en Fonética en la Universidad de Lund, Suecia.

Asesor del Instituto Nacional de Salud en el Centro Clínico Bethesda, Washinton D.C, desde 1962 a 1965.

Miembro del equipo científico de IBM en la División de Investigaciones para la Comunicación oral.

Asesor en fonética del Random House Dictionary de la Lengua Inglesa, para el cual escribió más de 600 definiciones.

Alumno honorífico de la Academia Militar San John en 1964, primera vez en los más de cien años de historia de este colegio que este premio se entregaba a alguien que no era militar de carrera o diplomático.

En 1965 entró a formar parte del equipo científico del Instituto de Investigación en Comunicación en Coconut Grove, estudiando la comunicación de los delfines e inter-especies.

En 1969 se convierte en Profesor Titular de Pedriatría, Lingüística y Antropología en la Universidad de Miami, pasando a dirigir el Laboratorio de Investigaciones Lingüísticas.

Asesor nacional y testigo experto en más de cincuenta casos judiciales que implicaban identificación de voz.

Miembro de la Dirección de la Asociación Internacional de Identificación de Voz Mediante Espectógrafo, desde 1978 hasta su muerte en 1993.

A título póstumo y como homenaje a su trayectoria, se decidió poner su nombre a los premios de fin de carrera en la especialidad de Lingüística de la Universidad de Miami.

En 1957, mientras preparaba su doctorado en Suecia, comenzó una investigación para demostrar la influencia que podía ejercer en los bebés, en su dicción posterior, los sonidos que escuchaban en el útero materno. Para ello hizo un seguimiento constante de unos bebés desde antes de su nacimiento hasta años después de empezar a hablar.

Esta primera parte de su estudio fue publicada en el libro Cry Sounds of The Newborn Infant, de 1965.

Posteriormente continuó con su investigación hasta que los bebés habían alcanzado la edad de 16 años. En este punto era capaz de distinguir claramente, con el espectógrafo, a qué adolescente pertenecía cada llanto de recién nacido.

En 1973 detalló sus logros en el artículo “Reply to speaker identification by speech spectrograms: some further observations”.

Sin embargo, un hecho que no aparece en ninguna de sus biografías o publicaciones oficiales es el estudio que llevó a cabo en 1969 del que, sin embargo, sí se hizo eco la revista Life el 7 de noviembre de ese mismo año:

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A petición de un locutor de radio de Miami, el Doctor Henry Truby, Director del Laboratorio de Investigaciones lingüísticas de esa Universidad, sometió el misterio de Paul McCartney a un test para hallar la “huella digital” de su voz.

 Después de más de 20 horas de realizar experimentos con docenas de grabaciones de los Beatles desde principios de los años 60 hasta la actualidad, el profesor dijo que había una “duda razonable” de que tres de las voces oficialmente atribuídas a McCartney hubieran sido producidas por el mismo conjunto de cuerdas vocales.

 “Oigo a tres McCartneys diferentes” –dijo Truby.

 La especulación de que McCartney murió en un accidente automovilístico en Noviembre del 66 ha provocado una controversia mundial en los círculos de música.

 El furor provocó que Appel Corp, Ltd, la oficina de los Beatles en Londres, publicara una breve declaración de Paul: “Estoy vivo y bien y despreocupado de los rumores sobre mi muerte. Pero si estuviera muerto, sería el último en saberlo”.

 Pero Truby, experto en audio, insiste: “Oí tres McCartneys diferentes”.

 Truby dijo que los experimentos con el espectógrafo indicaban que había seis voces distintas en los álbumes que había analizado. Tres fueron claramente identificadas como las de los Beatles John Lennon, George Harrison y Ringo Starr. Las otras tres sonaban “aproximadamente” como de la misma persona, dijo el profesor, pero el espectógrafo –que realiza “huellas digitales” de sonidos- mostraron un autor diferente.

 “No puedo concluir que sea la misma voz la que aparece en estos pasajes” –dijo Truby, que lleva 20 años realizando estudios científicos de audio.

Ese locutor de radio que solicitó a Truby el estudio era Roby Yonge, responsable de que el rumor de la muerte de McCartney se hubiera extendido internacionalmente en octubre del 69, al dedicar su programa nocturno a este tema, motivo por el que fue despedido de manera fulminante.

En una entrevista declaró:

Tuvimos expertos trabajando en ello. Tuvimos a un hombre, un doctor, Henry Truby de la Universidad de Miami, experto en impresiones vocales. Él fue el hombre que solía grabar llantos de bebés a su nacimiento y veinte años más tarde era capaz de seleccionar a cada bebé sólo por su espectograma.

 Y el Doctor Truby me lo dijo en una grabación para la televisión, el programa de Rick Shaw, e hicimos un pequeño documental sobre ello. Truby apareció y dijo:

 “Definitivamente, no es la misma persona. Toda mi investigación demuestra que no puede ser la misma persona”.

 Entonces llamamos al Doctor Truby para que volviera y poder realizar algunas tomas. Pero se calló. Se calló como una tumba y dijo: “No. No puedo decir nada más sobre esto”.

Recomiendo informarse bien sobre la técnica de la impresión vocal del espectógrafo, su metodología y su fiabilidad.

El espectógrafo descompone el sonido de la voz en sus partes elementales, mostrando aquellos rasgos que la hacen intrínseca y única para cada ser humano. El espectro de voz no es el timbre, no es el tono, y está por encima de cualquier cambio que pueda producirse con la edad o las condiciones de salud, así como de cualquier modificación ocasionada durante la grabación como cambios de velocidad, double tracking y otros efectos. También se mantiene inalterable en cualquier tipo de rango (notas altas o bajas), hablando, gritando o cantando.

Recientemente encontré un foro en el que se comentaban los experimentos de Henry Truby. Lo interesante es que en él participaban algunos estudiantes de fonología, que compartían sus conocimientos para explicar de forma sencilla algunos aspectos del trabajo del profesor.

Resumo los puntos más relevantes que encontré:

No porque fuera una tecnología usada en los años sesenta le resta credibilidad al estudio. Los programas computacionales de ahora son solo eso: la versión computerizada de los antiguos sistemas de medición, que siempre han sido los mismos. Las variaciones que se miden siempre han sido las mismas (solo que te ahorras algo de tiempo en hacer el análisis de Fourier de los formantes de la voz, algo que el programa te lo hace en menos tiempo, obviamente).

No hay superación de ciencia: los métodos de Truby (aunque sean de los 70) son los mismos de ahora: el análisis físico no ha variado, la diferencia es que ahora todo lo hace el computador (es igual que en el caso de la evaluación audio lógica: antes usaban diapasones para generar tonos puros y evaluar umbrales auditivos. Ahora contamos con un audiómetro que genera dichos tonos puros, pero los principios y protocolos de evaluación son los mismos).

Un ejemplo: ¿tienen idea de cuánto hace que se inventó el electrocardiógrafo?

En el siglo XlX, 1890, el científico Einthoven usando un galvanómetro de hilo (pero se baso en estudios y descubrimientos mucho más antiguos). En 1895 define las deflexiones básicas (las “figuras” que se forman) y en 1905 ya era un estudio de rutina en holanda (donde Einthoven tenia su hospital) y se definieron sus lineamientos para el diagnóstico de cardiopatías.

Les aseguro que estos lineamientos no han cambiado demasiado hoy en día, lo que Einthoven definió como hipertrofia cardiaca medida por electrocardiografía en 1900, sigue siendo hipertrofia cardiaca hoy en día. Y miren que ha habido centenares de miles de congresos, libros, protocolos, estandarizaciones, etc. Pero lo que el tipo decía hace más de 110 años es la piedra angular de la electrocardiografía.

Hoy en día, hay aparatos increíblemente sofisticados, pero las deflexiones siguen siendo las mismas, sea galvanómetro o software del 2008.

Los parámetros de voz cantada o hablada difieren solo en cuanto a la aplicación de técnicas vocales (serían 2 tipos distintos). La medición fonético acústica es la misma. Recuerda: es medición de frecuencias fundamentales y no del tipo o registro de la voz.

Los efectos de grabación no alteran el resultado.

Timbre: los cambios principales los notamos a simple oído. El programa nos diría en que formantes de las ondas están dichas diferencias (un análisis más profundo ya que el oído humano no capta infrasonidos)

Otro dato que me parece interesante reseñar es que el trabajo de Truby no sólo se publicó en la revista Life, sino que dio la vuelta al mundo a través de la United Press International.

Y, por último, comentar que Truby se aventuró a dar un ejemplo de lo que él llamó la “tercera voz”: Penny Lane. Interesante que los estudios del profesor coincidan con lo que nos ha dicho el oído desde hace tiempo.





El análisis de Daniele Gullá

Nacido en Bolonia en 1965, Gullá es Perito antropométrico, Licenciado en Ingeniería Electrónica y especializado en Espectografía y Electroacústica.

Colabora asiduamente con los expertos del Tribunal de Justicia y la Policía de Bolonia en análisis forenses y biométricos.

Asimismo, trabaja con del Departamento de Biofísica de la Universidad de Bolonia y en la Academia Internacional de Medicina Natural, como asesor técnico en Biomedicina.

Ha escrito más de media docena de libros y ha ofrecido numerosas conferencias. Sus investigaciones han tenido eco en revistas científicas y ha aparecido en varios documentales.

Hoy en día lleva a cabo su investigación en el Laboratorio Interdisciplinar para la Investigación Biopsicocibernética de Bolonia.

Entre sus otros muchos trabajos y aficiones, se ha interesado por la Parapsicología, poniendo sus conocimientos científicos al servicio de la búsqueda de imágenes y sonidos paranormales e instrumentos de la llamada “transcomunicación”.

En 2012 el programa italiano “Mistero” decidió dedicar un especial al rumor de la muerte de Paul McCartney. Solicitaron su colaboración a Gullá que realizó varios análisis y comparativas en diferentes campos, ya que no sólo se centró en el aspecto físico, a diferencia de Carlesi y Gavazzeni, sino que, haciendo uso de sus conocimientos en espectografía y sonido, comparó la voz y la dicción de Paul y Faul. Lo cual hace de este análisis algo muy valioso, al confirmar y completar el anterior, así como el de Henry Truby.

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-Eres en realidad un perito antropométrico, ¿pero que haces?

-Yo me ocupo de estudiar y analizar el cuerpo humano, en particular la cara, con el propósito de la clasificación y la individuación de las personas, generalmente utilizadas en casos judiciales.

Miré todas las fotos que me enviaste. Aquí vemos algunas fotografías de Paul en el 64, observa la circularidad de este rostro. Ahora te enseño a Paul poco después, a finales de 1966, principios de 1967. Como puedes ver, el rostro es mucho mas alargado, con una mandíbula mucho más cuadrada.

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-Daniele, pero, perdoname: un rostro cambia con los años.

-Seguramente las partes tegumentosas pueden cambiar, pero, para hacer estos análisis, tenemos en cuenta sólo los puntos inmutables, dichos puntos tienen una colocación precisa en la parte ósea del cráneo. Desde luego, no teniendo un cierto parámetro de medición, y como las fotografías no son homogéneas, he tenido que calibrarlas, para hacer mediciones de las imágenes de Paul después de finales de 1966, luego del 67, 68 y también más adelante. Y nos dimos cuenta de que las medidas no corresponden. Por ejemplo, una distancia muy importante, que es inmutable, es la distancia interpupilar, o sea, entre una pupila y otra.

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¡Hay una diferencia aquí de aproximadamente un centímetro! La diferencia es considerable. Y también la distancia entre el punto subnasal y el centro de las pupilas es muy distinta. Y aquí tenemos a Paul, el verdadero, y a Paul en una imagen mucho más reciente.

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Además de la distancia interpupilar, entre una pupila y otra, medí también el ángulo que se genera entre el punto subnasal – que es este punto bajo la nariz – y los ojos. Y como puedes apreciar, el ángulo aquí es más estrecho en comparación a este otro. ¿Por qué el ángulo es más estrecho? Porque, muy probablemente – y luego incluso lo medí – la nariz es levemente más larga que la de Paul.

Hemos analizado las dos orejas. En este caso Paul a la derecha en el 66 y a la izquierda “Paul” en épocas más recientes.

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-Espera, ¿cuales son las diferencias?

 -Aquí tienes dibujado un mapa topográfico de la oreja con todos los nombres. Se nota que, en primer lugar, la zona de la hélice y de la anti-hélice es muy distinta. El lóbulo (derecho), por ejemplo, es distinto, es mucho más pequeño, más puntiagudo, y aquí (a la izquierda) es más redondeado y también la hélice aquí (izquierda) es mucho más ancha.

 El ordenador identifica 19 potenciales puntos correspondientes, de los cuales, sin embargo, solamente 5 resultan compatibles, los demás puntos no.

Por lo tanto, esto confirma, sin duda alguna, que se trata de orejas distintas.

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-Éste es Paul en el 64 (izquierda) y éste es Paul después del 68 (a la derecha). Como podrás ver, los dientes son mucho más cortos en comparación a estos (derecha). Además, el programa informático, que trabaja clasificando de modo inteligente los diversos puntos clave para encontrar potenciales correspondencias, ha llegado a la conclusión de que solamente 3, o sea menos del 50%, son compatibles. Por lo tanto nos encontramos, de nuevo, ante una falta de compatibilidad del dentado.

 Utilicé un programa que emplea el FBI para buscar personas desaparecidas o criminales buscados, que se aprovecha de la inteligencia artificial. En este caso puedes ver la comparación entre el rostro de Paul después del 66 y el de antes, en base a una muestra estadística de la población. El ordenador no ha sido capaz de reconocer ni identificar como la misma persona al Paul antes del 66 con el de después.

 -Entonces, nos hemos dado cuenta de que hay muchísimas diferencias desde un punto de vista físico…

 -Morfológico.

 -Sí, morfológico. Pero también te había dado unos archivos de audio.

 -Por supuesto. Analicé entrevistas de Paul en el 64, en el 66 y en el 68. Entrevistas donde él habla y no hay música. Ésta, por ejemplo, es el análisis que he hecho entre la voz del 64 y la del 66, cuando supuestamente es siempre él.

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De hecho, el software reconoce, prácticamente, un 90% de coincidencia, ¿lo ves? Éste es el histograma de las dos voces, perfectamente superpuestas.

 En seguida, confronté las voces del 64 y del 66 con la del 68, cuando debería haber cambiado y ya no debería ser él.

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-De hecho, el programa reconoce una cierta compatibilidad, una cierta semejanza, alrededor del 50%. Lo veremos en este dato.

 -Es verdad.

 -Pero no son perfectamente superpuestas. Podría ser él, pero podría también no ser él. Podría tratarse de otra persona.

 Entonces quise profundizarlo y, teniendo en cuenta su morfología dentaria distinta, he hecho una reconstrucción en 3D de la lengua, de cómo la lengua se ajusta en el paladar superior mientras produce un fonema.

Aquí están, resultan de distintas impostaciones.

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Totalmente, sí, claro.

 -Entonces… Daniele… A estas alturas… Eh…

 -A estas alturas podría concluir diciendo que los indicios son muchos. Me inclino a un 80% hacia la hipótesis de que él haya sido sustituido, en un momento dado.





El análisis grafológico de la perito Elena Marchetti

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Elena Marchetti es grafóloga y experta en programación neurolingüística. Trabaja como perito gráfico y asesora en el Tribunal de Viterbo.

Al igual que a Gullá, en 2012 se le propuso colaborar en un documental italiano que trataba el rumor de la muerte y sustitución de Paul McCartney.

Comparó diferentes escritos de antes y después de 1966, llegando a la conclusión de que la grafía había cambiado:

Hay notables diferencias entre ambos escritos, especialmente en la estructura ejecutable de las palabras. Y con “estructura ejecutable” no me refiero sólo a la forma de las letras, sino a los gestos que va realizando la mano en el seguimiento de los signos, que deriva siempre de un automatismo, y por lo tanto es muy difícil de controlar. Hay gente que sabe cómo escribir en distintas formas y estilos, imitando la escritura de otros, pero es muy improbable que se puedan cambiar los gestos, en cuanto están marcados por el propio cerebro.

 Aquí los gestos son claramente contradictorios: antes iban hacia la izquierda, luego hacia la derecha, aunque McCartney era zurdo. También hay que decir, sin embargo, que entre los diversos escritos existe una similitud básica.

Cabe indicar que el perito que analizó la escritura de McCartney en el marco del juicio de Bettina Hübers llegó exactamente a la misma conclusión, así como la grafóloga que nos hizo el análisis para el artículo sobre la zurdera.

Transcripción traducida al castellano de la aparición de Elena Marchetti en el programa “Vogarger”, Italia:

Paul McCartney, a partir de la primera mitad de los años sesenta, fue fotografiado, filmado, grabado, entrevistado y escuchado por un increíble número de personas. Pero no sólo hay imágenes y grabaciones de audio; de hecho, existen también innumerables autógrafos. A veces una simple firma, otras veces textos más largos.

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Pedimos a una experta que examinara algunos textos y autógrafos de Paul McCartney, insertados en libros editados por los propios Beatles, así como en varios sitios de Internet, y utilizar, en la medida de lo posible, los mismos criterios de análisis empleados en los tribunales de justicia.

Grafía pre-66
Grafía pre-66

 

Grafía post-66
Grafía post-66

 

De hecho, cuando se escribe se llevan a cabo algunos movimientos automáticos, diferentes de persona a persona, que hacen que cada escritura sea fácilmente identificable. En este caso lo que nos hace pensar es la forma en que, a partir de cierto momento en adelante, aparecen conectadas entre ellas las letras T y O.

Elena Marchetti:

En la escrita post 66, viene dibujado primero el eje de la letra, luego el corte horizontal y sin levantar el bolígrafo viene dibujado el óvalo de la letra O.
En la escrita post 66, viene dibujado primero el eje de la letra, luego el corte horizontal y sin levantar el bolígrafo viene dibujado el óvalo de la letra O.

 

 

Sin embargo, en la escrita en el 61 surge una conexión completamente diferente, es decir: primero viene dibujado el eje de la letra T, sin levantar el bolígrafo se traza la forma oval de la letra O y con un movimiento que vuelve hacia la izquierda se traza el corte horizontal de la letra T, muy lanzada hacia a la derecha.
Sin embargo, en la escrita en el 61 surge una conexión completamente diferente, es decir: primero viene dibujado el eje de la letra T, sin levantar el bolígrafo se traza la forma oval de la letra O y con un movimiento que vuelve hacia la izquierda se traza el corte horizontal de la letra T, muy lanzada hacia a la derecha.

 

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Es más: curiosamente, después de 1966, Paul McCartney parece haber cambiado totalmente también su manera de firmar.

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Elena Marchetti:

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La tangente superior de la letra M, que en las firmas antes del 66 se presentaba descendiente, en ésta, post 66, hay un tendencia al triángulo. Es decir, la parte central aparece más alta con respecto a la primera y la última.

 

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Las dos letras C de “McCartney” siempre se trazan una por encima la otra pero, mientras que en las firmas antes del 66 están o separadas o, en todo caso, unidas en el ángulo…

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…En la firma del 69 aparecen unidas, incluso con una unión que se sobrepone – con un tramo sobreescrito – y que incluso presenta una anilladura interna.

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El informe de Carlesi y Gavazzeni

Os presento la traducción al español, directamente del italiano, hecha por mí, del artículo publicado el 15 de julio de 2009 en la revista Wired. En él se detallan las conclusiones a las que llegaron los forenses Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni tras analizar, con métodos científicos, diferentes fotografías de Paul y Faul.

Tecnopia-421354_119058404910872_1390287977_nHay que decir que no existe otra versión completa traducida al español de este documento, que incluye también la traducción de todas las imágenes que se muestran como ejemplo.

Por último, quiero dar un dato importantísimo. Exactamente el mismo día en que se publicaba este artículo, Faul acudía a la televisión para ser entrevistado por David Letterman. En dicha entrevista se hizo alusión al “rumor” sobre su muerte (curiosamente Faul no había querido hacer comentarios al respecto desde hacía años), pero sin nombrar el trabajo de los forenses italianos. En un tono entre despectivo y jocoso, Faul hacía alusión a la portada de Abbey Road y sus sandalias como única fuente del “rumor”.

Sin más, os dejo con este excelente y revelador artículo.

 Pregunte quién era aquel Beatle…

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 Para escribir una canción como Yesterday es mejor tener un cráneo redondeado. Si en cambio queremos algo un poco más rockero, como por ejemplo, Get back, es preferible que el cráneo sea estrecho y largo. El hecho de que las dos canciones tengan el mismo autor conduce directamente al corazón de un rompecabezas que durante 40 años ha tenido un nombre, e incluso un acrónimo: P.I.D. (Paul Is Dead). La cuestión es que, por supuesto, Paul McCartney, además deYesterday y Get back, escribió docenas de composiciones de pop-rock muy exitosas. Por ello, Paul está en el centro de una de las más curiosas, persistentes y complejas leyendas urbanas de todos los tiempos, la cual afirma que murió (lo cual fue guardado en secreto) en el otoño de 1966 y fue sustituido por un imitador destinado a seguir su triunfal y lucrativa carrera. Hasta hoy.

Muchas encuestas confirman que la leyenda de P.I.D. se encuentra entre las más conocidas por el público en general. Hoy en día, quizás, nuevas encuestas podrían dar resultados incluso más claros, gracias a los descubrimientos de dos investigadores italianos para verificar toda la historia, que no se limitaron a reproducir hacia atrás pistas de música o a interpretar las letras de las canciones, sino que recurrieron a los estrictos protocolos que rigen la práctica de la metodología de identificación forense.

Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni conforman una extraña pareja: ella es anatomopatóloga, y él un técnico especialista en análisis de imágenes por ordenador. Ella es una experta en reconocimiento craneométrico, él pone el potencial de los actuales equipos informáticos disponibles al servicio de una disciplina que nació a mediados del siglo XIX: la craneometría. Según el diccionario, “es la ciencia que se ocupa de la medición del cráneo en relación con la antropología y la anatomía comparadas”. Para identificar a una persona con absoluta certeza hay que hacer dos exámenes: las huellas dactilares y el ADN (siempre que el muestreo se realice correctamente, algo que no siempre ocurre).

En la ausencia de huellas y muestras de ADN, la metodología de identificación recurre a la antropometría y, en particular, a la craneometría, que se basa en el análisis de algunos puntos específicos. Éstos se encuentran en todas las caras, no cambian nunca y fueron codificados en el siglo XIX por el francés Paul Broca. ¿Cuáles son estos puntos? En términos científicos, definimos: la distancia entre las pupilas, la intersección entre la nariz y la ceja, el punto donde la base de la nariz se separa el labio superior, la conformación de la mandíbula y el mentón y, por último, el pabellón auricular. Después se calcula la forma del cráneo.

Sin embargo, en general, la anatomía topográfica prefiere hablar, en lugar de puntos precisos, de “regiones”, porque las áreas de unos pocos centímetros de piel pueden ser características más útiles para determinar las similitudes y diferencias. La antropometría y craneometría, aún teniendo su origen en el siglo XIX, son la ciencia para reconocimiento personal más sofisticada del mundo, utilizada por los servicios de inteligencia hoy en día. Una enorme base de datos biométricos de los terroristas más buscados se cruza rápidamente y, sobre la base de puntos generados por algoritmos, revela la verdadera identidad de personas grabadas con cámara o fotografiadas en los aeropuertos. Así, Carlesi y Gavazzeni, uniendo sus habilidades, como sucede en las series de televisión, son capaces de ver realmente lo que otros seres humanos no podemos ni siquiera imaginar. Ayudaron en las investigaciones de dos famosos casos, uno de delincuencia y otro de intriga internacional: el llamado monstruo de Florencia y el intento de asesinato del Papa Juan Pablo II. Igualmente, trabajaron en el asesinato de Erika y Omar en Novi Ligure, y en la investigación sobre la muerte del periodista Ilaria Alpi. Toda vez que agregan elementos decisivos para la investigación de la policía y las actuaciones de los tribunales y comisiones de interrogatorios. Sus estudios antropométricos sobre fotografías y películas ayudaron a descartar que el somalí Hashi Omar Hassan matase a Ilaria Alpi y su operador Miran Hrovatin en Mogadiscio en mayo de 1994. También han abierto una nueva pista en el caso del monstruo de Florencia cuando, junto con el profesor Giovanni Pierucci, decano de la medicina legal italiana, demostraron que el hombre rescatado del Lago Trasimeno en 1985 no era realmente el doctor Francesco Narducci, principal sospechoso de los asesinatos del “Monstruo”.

La decisión que empuja a dos expertos de este nivel a dedicar tiempo e inteligencia en la verificación de P.I.D. (Paul is dead), se tomó un sábado de marzo de 2006, en el Instituto de Medicina Forense de Pavía. Aquí estaba el epicentro en torno al cual se reunía el equipo: el profesor Pierucci, profesor de medicina forense con una gran pasión por la historia.  Estaban grabando entrevistas para un documental sobre la muerte de Benito Mussolini y Claretta Petacci, tema sobre el cual Pierucci y “sus muchachos” han hecho sensacionales descubrimientos analizando fotografías de la Plaza de Loreto, tomadas en Milán el 29 de abril de 1945. Viejas y dramáticas imágenes que son capaces de revelar, sólo gracias a las últimas técnicas de análisis, nuevos detalles inéditos y una dinámica diferente sobre la clásica teoría de cómo se efectuaron los disparos. En la práctica: no hubo una doble ejecución simultánea enfrente de la famosa puerta principal de Giulino di Mezzegra a las 16:10 horas del 28 de abril de 1945, sino que los dos asesinatos se espacian en unas horas y unos pocos cientos de metros. Primero, Mussolini, quizás durante una riña, fue disparado desde la parte frontal y a quemarropa estando en ese momento en camiseta y sin botas; después ella, vestida con un abrigo de piel, fue cortada en los hombros con una guadaña. Más tarde, él ya vestido y ella sin el abrigo, son llevados a la Plaza de Loreto. Ese día, ninguno de los muchos fotógrafos que había allí podía imaginar cuántas cosas podrían revelar, sesenta años después, sus instantáneas.

Archivado el caso Mussolini-Petacci, llegó la propuesta para un nuevo desafío: ¿por qué no echar un vistazo a algunas fotos antiguas, esta vez de la década de los 60, y demostrar la falsedad de una leyenda urbana tan generalizada como increíble? Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni aceptaron el reto con diversión y un poco de suficiencia, porque aquí no había cadáveres ni agujeros de bala que analizar. Más bien tenían que aprovechar al máximo su habilidad para comparar imágenes, con el fin de averiguar si las dos caras pertenecían o no a la misma persona. Una especialidad en la que los dos ya habían trabajado unos años antes, cuando hubo que investigar si en la Plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, junto al turco Ali Agca, que disparó a Juan Pablo II, estaba o no (y de hecho, se descubrió que sí) el búlgaro Sergei Antonov.

La unión de la craneometría y la tecnología (que, entre otras cosas, permite llevar a proporciones homogéneas fotos del mismo sujeto tomadas en diferentes momentos) ha hecho posible observar, como nunca antes, una serie de imágenes de Paul McCartney desde la década de 1960 hasta hoy. Gavazzeni explica: «ahora es infinitamente más fácil ver y señalar ciertas cosas, porque la técnica de procesamiento digital permite una velocidad de comparación y una precisión de análisis muy superiores a los de hace apenas diez años”.

El primer paso es  buscar y seleccionar las mejores fotos, en cuanto a calidad y encuadre, para poder ponerlas en proporción y llevar a cabo las mediciones y comparaciones. Al final se podrá emitir un veredicto. Al principio, ni Carlessi ni Gavazzeni tenían ninguna duda: “En realidad, nos hubiera llevado dos minutos llegar a la conclusión de que era la misma persona”, recuerda la anatomopatóloga sonriente. “Un vistazo a lo que hay en Internet parecía suficiente para resolver la cuestión: los defensores de la teoría de P.I.D., por supuesto, no trabajan con una metodología correcta que les permita demostrar lo que ellos quieren». ¿Qué tratan, en general, de demostrar los muchos sitios web dedicados a la leyenda de Paul Is Dead? Que, en noviembre de 1966, el “verdadero” McCartney murió en un accidente automovilístico y fue reemplazado por un imitador, zurdo y músico como él.

Una operación muy sofisticada (pero no hasta el punto de no dejar rastro), un engaño necesario para no obstruir un mecanismo que producía ganancias fabulosas. Tan fabulosas que daban una bocanada de oxígeno a la economía británica. Y por lo tanto, para la matriz de la conspiración, gracias también a las muchas pruebas que los Beatles fueron sembrando durante años en las canciones y portadas de sus discos, la verdad está clara. No en vano, al Paul McCartney de las recientes giras, de los éxitos como solista, de la campaña en pro del vegetarianismo y de  los divorcios multimillonarios se le viene denominando Faul. No Paul sino Faul, una fusión entre fake, que es “falso”, y Paul.

Este apodo es una de las consecuencias de una tormenta mediática que comienza el 12 de octubre de 1969 con una llamada de alguien identificado simplemente como Tom(Alfred para algunas fuentes) durante una emisión organizada por el dj Russell Gibb de la radio WKNR de Detroit. Tom dijo que McCartney estaba muerto, que su desaparición había sido mantenida en secreto por los otros Beatles y por su mánager pero que el grupo también había  decidido colocar una serie de pistas en los discos, que nadie aún había descubierto. Esta llamada fue el inicio a una “búsqueda del tesoro” que, después de cuarenta años, aún no ha terminado.

Conocíamos la historia por encima”, dicen Carlesi y Gavazzeni. «Pero por supuesto no fue nuestro punto de partida. Para nosotros lo primordial era obtener gran cantidad de buenas fotos, con una compatibilidad aceptable anatómica y antopométricamente”. La investigación se llevó a cabo con fotos tomadas antes de 1966 y, por supuesto, con fotos que databan del año 1967 en adelante; estas últimas mostraban tanto a los Beatles cuando estaban todavía juntos como a McCartney en solitario. “No fue tan fácil como parecía,” recuerda Gavazzeni. «En las fotos de los primeros años noté una incertidumbre generalizada sobre la datación, algo que no se produce en el período siguiente. De hecho, algunas instantáneas tienen diferentes fechas dependiendo de la agencia; además, las mejores fotos son propiedad de fotógrafos que no se mostraban conformes a proporcionárnoslas con demasiada facilidad”.

Para hacer una comparación entre dos períodos diferentes es necesario establecer y fijar algunos puntos de referencia o marcadores, comparando las mejores imágenes disponibles del mismo sujeto y que hubieran sido realizadas en un corto espacio de tiempo. Como base para determinar las proporciones y poder realizar el trabajo fue sacrificado un aspecto importante a nivel identificativo: la distancia interpupilar. De hecho, después de haber elegido este criterio como punto de alineación de las imágenes, no fueron capaces de utilizarlo para comparar las diferentes fotos. En otras palabras, porque al tener que poner a escala todo lo demás, algo tenía que cambiar.

Dos imágenes “pre-66”, comparadas tras ser ajustadas en una sola escala de referencia para obtener proporciones homogéneas, mostraron una coincidencia perfecta de los principales puntos clave. En particular la curva mandibular, la línea que el ordenador utiliza para definir el perímetro de la parte inferior de la cara, de oreja a oreja pasando por su mentón, era prácticamente idéntica. El margen de error era de menos de un uno por ciento. “La coincidencia perfecta entre dos imágenes es casi imposible”, dice Gavazzeni, “de forma que, por convención, se considera aceptable no más de un 2,5 por ciento de diferencia. Más allá de este límite, la discrepancia nos hace inclinarnos hacia la identidad diferente entre las dos partes interesadas. Sin embargo, en este caso, la diferencia es de menos del uno por ciento y no se plantea el problema: las dos fotos muestran la misma persona». En este punto fue a buscar más fotos, con características similares, pero tras el “accidente”.

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La primera foto útil tomada después de la fecha del “accidente” es, como decirlo… una imagen emblemática. Está dentro de la tapa de un disco que no sólo es importante para la historia del rock, sino también fundamental en el desarrollo de la historia de P.I.D.: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, lanzado en junio de 1967. Durante más de ocho meses los Beatles no habían aparecido en público y ahora lo hacían con un cambio de estilo y apariencia que, en retrospectiva, no hace más que aumentar las dudas. De hecho, incluso sin la craneometría, anteriormente los defensores de  P.I.D. habían hallado algunas anomalías que podían alimentar la sospecha de que quizás algo había ocurrido realmente. Además, incluso sin conocer la investigación de Gavazzeni, Glauco Cartocci, autor del único libro escrito en italiano sobre este tema (El caso del doble Beatle, ediciones Robin, 2007) señaló que “por un lado, no hay duda de que la mayoría de los hechos o indicios son fácilmente refutables o simplemente resultan ridículos; pero por otro lado, sin embargo, se puede afirmar que un buen 30 por ciento de ellos sigue siendo inquietante y no es explicable a la luz de la lógica”.

 Sólo en el álbum Sgt. Pepper se  han contado más de 40 pistas diferentes, incluyendo las fotos que han centrado la atención de Carlesi y Gavazzeni. La leyenda de P.I.D. no habría tenido el impacto que ha tenido, sin otra abreviatura a primera vista menos oscura: O.P.D. Es lo que se lee en una curiosa insignia que Mc Cartney tiene en su brazo izquierdo justo en esa foto. Para casi todos, McCartney el primero, es simplemente una elección al azar, una pegatina de Canadá. O.P.D. de hecho sería “Departamento de policía de Ontario”. Pero, según la versión de la conspiración, en realidad indica la fórmula O.P.D. utilizado por la policía para declarar la muerte de una persona: Officially Pronounced Dead, oficialmente declarado muerto”.

“Inicialmente escogimos la foto de McCartney en Sgt. Pepper no porque pensáramos que el significado de O.P.D. fuera verdadero, sino, simplemente, porque parecía una foto útil para el trabajo. Ciertamente no nos imaginábamos que nos ayudaría a descubrir tantas cosas”, dice Gavazzeni.

Esta imagen de McCartney, seguramente realizada en la primera mitad de 1967, fue luego unida a otra foto, de unos años más tarde, tomada entre 1971 y 1972. El objetivo era repetir la comparación ya realizada con fotografías de la década de 1960 y, a continuación, proceder al examen comparativo de los datos obtenidos de los dos grupos de fotos. También en este caso, entre las dos nuevas imágenes, había una buena compatibilidad. Ahora quedaba comparar los datos de las imágenes de antes de la fecha del supuesto acccidente con las de fechas posteriores. “La sorpresa fue tremenda», dice Gavazzeni, “la curva mandibular entre los dos grupos de fotos mostraron una discrepancia de más del 6 por ciento, muy por encima del umbral de error”. Pero había más. También había cambiado el desarrollo del perfil mandibular: antes de 1966 cada lado de la mandíbula se componía de dos suaves curvas; desde 1967 parece que hay una sola curva. Hay una curva morfológica diferente.

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Pero las sorpresas no terminan ahí, porque el implacable Gavazzeni, como un boxeador que siente que está cerca de dejar KO a su oponente, se centra con gran interés en esta imagen, en la que McCartney, ignorante de todo, esboza una sonrisa un poco perpleja: “A simple vista, se observa lo que será una constante en las fotos a partir de ese momento, un par de retoques fotográficos bastante obvios para una mirada experta. Hay una zona gris que cubre el ángulo externo del ojo izquierdo, apreciable sólo durante un tiempo, y que posteriormente ya no es visible. Y al investigar con más detenimiento en ese punto, donde durante años hubo una mancha oscura, ahora hay una mezlca entre una cicatriz  y una señal de estiramiento de la piel, como si hubiera habido un retoque estético.  La explicación más inmediata es que, probablemente ya en la década de los 60, se habría hecho una operación en los ojos quedando todavía algo imperfectos, lo que durante mucho tiempo se solucionó colocando delante esa mancha”. También hay un detalle que afecta a la forma del cráneo: “de hecho, se nota que la forma de la cabeza se ha hecho un poco más redondeada,” dice Gavazzeni: «se ha reducido la longitud real, mediante un truco que se hizo durante la fase de impresión”. Cambiar la forma del cráneo de un individuo adulto es algo imposible. Sin embargo, a juzgar por las fotos, es justo lo que parece.

Gabriella Carlesi agrega un elemento más: “frente a la imagen anterior, la de Sgt. Pepper muestra claramente que las comisuras labiales, es decir, la línea formada por la fusión de los dos labios, está repentinamente estirada. Cosa que, por supuesto, no es posible y que los bigotes son incapaces de ocultar”. En otras palabras, los labios pueden ser hinchados y aumentados en volumen (es una práctica muy común en nuestros días), pero la anchura de las comisuras labiales no puede variar tanto. Puede sufrir muy ligeras variaciones, sin embargo, éste no es el caso de la imagen examinada: aquí la diferencia entre el antes y el después es demasiado fuerte como para haber sido causada por cualquier cirugía. Además, bajo el bigote del McCartney de Sgt Pepper, tal vez se intentó ocultar otro elemento: lo que los especialistas llaman el punto naso-espinal o sotonasal. Es el punto entre las dos fosas nasales donde la nariz comienza a separarse de la cara. “Se trata de un rasgo muy característico que no se puede modificar con la medicina quirúrgica. Puede cambiarse la forma de la nariz pero no el punto naso-espinal”, dice Gabriella Carlesi. “Y entre el McCartney del primer grupo de fotos y el segundo este punto varía claramente”.

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Sorprendidos al saber que nada de esto podía ser cosa del azar, Carlessi y Gavazzeni empezaban a admitir que los resultados les estaban dejando perplejos. Dice Gabriella: “Nos gustó la idea de aplicar a este caso una metodología rigurosa tradicionalmente aceptada y requerida para trabajos de cierta importancia. Pero no imaginábamos que, en algún momento, nuestra investigación tomaría la dirección que estaba tomando”. El mismo asombro que captura a quienes analizan en su dinámica (ya sea en el ámbito de la comunicación, lo esotérico o la música) la historia de la supuesta muerte y reemplazo de Paul McCartney tomó posesión de los dos investigadores, de forma que se aventuraron en el estudio de las imágenes que consideraron más adecuadas para la verificación craneométrica. “Necesitábamos una respuesta y nos tomó más tiempo,” recuerda Gavazzeni. «Parecía imposible, pero la certeza se hizo más fuerte, día tras día, foto tras foto». El desafío era tan intrigante, que siguieron adelante, ya que todavía quedaban otros aspectos importantes por examinar. Comenzando por la disciplina en la que Gabriella Carlesi sobresale y goza de renombre internacional: la identificación odontológica.Cuanto más veía a Paul McCartney cantar y mostrarse sonriente, más elementos recogía Carlesi para alimentar sus dudas: “para mí la prueba de todas las pruebas está representada por la forma del paladar, incluso más que los dientes”.

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Así como otras cosas son imposibles, modificar el paladar no lo es, pero a costa de largas y dolorosas operaciones, con resultados casi siempre imperfectos. Especialmente si se hizo en la década de 1960. Tras el examen cuidadoso de algunas fotos de McCartney antes y después del otoño de 1966 en las que sale con la boca abierta, se observa lo siguiente: “en primer lugar, está el canino superior derecho”, observa Gabriella Carlesi. «En las fotos de antes de 1966 se nota cómo sobresale de la línea de la arcada dental. Es el caso clásico de un diente que por falta de espacio termina desalineándose, empujado por la presión de los otros dientes. Es curioso que el mismo canino, en fotos desde 1967 en adelante, siga sobresaliendo pero sin razón aparente: las imágenes nos muestran que tendría espacio suficiente para alinearse con los dientes vecinos. Es como si quisieras recrear un detalle en una boca en la cual esta anomalía nunca se habría podido manifestar”. El verdadero quid del razonamiento de la identificación dental sugerido por Gabriella Carlesi concierne a todo el paladar de McCartney que, antes de 1966, se muestra lo suficientemente estrecho como para justificar varios desajustes en los dientes, aunque de forma menos obvia que en el caso del canino superior derecho. Después del lanzamiento del Sgt. Pepper’s  Lonely Hearts Club Band, el paladar de McCartney se amplía considerablemente, hasta tal punto que los dientes delanteros no giran sobre su eje como antes. Con la única excepción de ese canino. “Un cambio en la forma del paladar”, concluye Carlesi, «en la década de 1960 no era imposible, pero habría sido muy traumático, fruto de una tremenda cirugía oral y maxilofacial. En la práctica, McCartney habría tenido que someterse a una operación que implicase la apertura de la sutura palatina, la rotura del hueso y luego un prolongado tratamiento con ortodoncia y prótesis. En otras palabras: obtener un cambio tan ligero en la década de 1960 a McCartney le habría supuesto no sólo una intervención particularmente dolorosa y sangrienta, sino también el uso de un aparato fijo de ortodoncia, que por aquel entonces eran multibanda, por más de un año.  Algo que no hubiera sido posible ocultar y que tendría repercusiones obvias en la interpretación vocal de un cantante profesional. «Pero», dice Gabriella Carlesi, “¿qué razones podría tener Paul McCartney para someterse a semejante calvario?”

Es inútil hacer la pregunta directamente al interesado: Paul McCartney, igual que los otros Beatles, siempre ha preferido esquivar las preguntas directas o incluso usar la ironía para ridiculizar todos los hechos. Entre Paul McCartney y la leyenda de su muerte siempre ha habido una especie de  juego del escondite. De hecho, afirman Carlesi y Gavazzeni, si realmente quisiera poner fin a toda esta historia, McCartney podría haberlo hecho hace mucho tiempo.

Cuando estaba con vida, su padre podría haberse hecho una prueba de ADN que relegase la historia de P.I.D. de una vez por todas al mundo de las leyendas. O Paul podría también haber recurrido a su hermano menor, Mike. Y en cambio no hizo nada.

De hecho, la única vez que se vio obligado a hacerse un examen de este tipo provocó más preguntas y nuevas sospechas. Fue por una mujer alemana de 45 años, Bettina Krischbin, que se autodenomina hija de McCartney, fruto de un romance entre el joven músico antes de ser famoso y Erika Wohlers, una rubia muchacha de Hamburgo, donde los Beatles llevaron a cabo parte de su aprendizaje como músicos. En 1961, cuando nació Bettina, McCartney se negó a reconocer a su hija oficialmente pero, curiosamente, contribuyó a su mantenimiento durante años con un pago mensual de 200 marcos. Erika se conformó, Bettina no. Y, una vez adulta, decidió recurrir a los tribunales para obtener el reconocimiento oficial de su padre. Las pruebas de paternidad no dieron los resultados deseados. Pero Bettina tiene la sospecha de que hubo un engaño: en su opinión, a la prueba se presentó un doble de su padre, como muestran las fotografías tomadas ese día; además,  la firma, según el análisis de un experto grafólogo, no sólo no la hizo un hombre zurdo, sino que era también algo diferente de otros autógrafos de McCartney. Las incertidumbres continúan acumulándose, especialmente en virtud de la última carta, el último as en la investigación de Gabriella Carlesi y Francesco Gavazzeni: un detalle de unos pocos milímetros cuadrados que en un tribunal podría ser decisivo.

Técnicamente se llama “tragus”. Todos tenemos dos, uno por cada oreja, pero las características son diferentes y únicas en cada ser humano. “En Alemania, en un procedimiento de reconocimiento craneométrico, la identificación de la aurícula derecha es equivalente a tomar las huellas digitales” recuerda Carlesi. Pero, ¿qué es el tragus? Es una pequeña protuberancia de cartílago que sobresale entre la entrada del conducto auditivo externo y la cara y que, al igual que el resto del oído, es inmutable quirúrgicamente. Entonces, ¿cómo podemos explicar las diferencias entre la oreja derecha de Paul McCartney en una instantánea antes de 1966 y otra realizada probablemente en la década de 1990? No es sólo el trago lo que tiene una conformación diferente sino también otras partes como los relieves del hélix y el antihélix situados justo por encima del canal de entrada. Cosas que a un simple mortal pueden parecerle irrelevantes o poco claras pero que, por el contrario, cada día, permiten a los expertos localizar e identificar personas, cuerpos, fotografías, etc.

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Sin embargo, incluso frente a estas consideraciones, el escepticismo se resiste a morir. “Todavía no sé qué pensar, dímelo tú”, admite Gavazzeni, que se declara fan de McCartney, quien quiera que sea. Mientras, Carlesi se limita a observar: “las dudas son muy fuertes y las discordancias muy numerosas, pero no sé si puedo expresarme aún con absoluta certeza. Sobre todo porque estamos hablando acerca de un personaje tan conocido y más importante aún: vivo. Frente a un cadáver sería más claro: las conclusiones a las que he llegado se podrían confirmar realizando pruebas más exhaustivas y concluyentes. Sin embargo, cabe decir que, si hubo sustitución, la verdadera obra maestra fue encontrar un doble con unas características antropométricas tan similares al “original”, admite. “Hay que decir que los análisis antropométricos tienen que ir acompañados, necesariamente, de exámenes de otro tipo para formular una certeza pericial al cien por cien.”

Al no pronunciarse y no llevar, al menos abiertamente, la investigación hasta sus consecuencias finales, Carlesi y Gavazzeni encarnan la esencia misma de la contradicción de la leyenda de Paul is Dead. Dos posibles razonamientos chocan sin la posibilidad de compartir la misma verdad. ¿Cómo no preguntarse cómo puede un hombre, en cuestión de meses, alterarse la forma del cráneo, el paladar, la boca, la nariz, la mandíbula y las orejas sin dejar de cantar y componer música? Por un lado existe la dificultad para aceptar que haya habido un intercambio de una persona casi perfecto; por otro lado, la craneometría apoya muchas de las pistas que se pueden encontrar en las canciones, portadas y videos de los Beatles.

Como vemos, las preguntas que pueden haber encontrado una respuesta son sustituidas por otras, no menos desafiantes. Empezando por aquella que nadie, ni siquiera el sujeto en cuestión, parece ser capaz de responder: ¿Quién es el hombre al que llaman Paul McCartney? 

 Hasta aquí, el artículo tal cual fue publicado…

 CONCLUSIONES:

Según la ciencia forense, y en base a estrictos métodos de medición, el Paul McCartney de antes de 1966 y el posterior no son la misma persona.

 Los dos forenses no creían en la muerte de Paul, por lo tanto no estuvieron influidos en ningún momento por el rumor. Todo lo contario, lo que pretendían en un principio era demostrar su falsedad.

Según el experto en gestión de imágenes por ordenador, Francesco Gavazzeni, hubo incluso manipulación en las  fotos de Faul para tratar de disminuir la longitud de su cráneo, así como para disimular los efectos que la cirujía había ocasionado en uno de sus ojos.

Igualmente, se deteca que Faul se operó el canino superior derecho para asemejarlo al de Paul, ya que era un rasgo muy llamativo y distintivo de éste. Carlesi, experta en la identificación odontológica, demuestra que este efecto no es natural, basándose en el tamaño y forma de su mandíbula. Igualmente detectaron que los dientes, por su color, no eran naturales, sino fundas de cerámica.

Asímismo, la presencia del bigote tenía como objeto disimular la fuerte discordancia de la comisura labial y la línea naso-espinal, imposibles de retocar mediante cirujía plástica.

También quisiera comentar que, para unos cirujanos y ortopedas capaces de realizar intrincadas operaciones y crear máscaras de látex lo suficientemente detalladas como para perpetrar tal engaño, no sería en absoluto difícil “crear” una cicatriz en el labio de Faul.

Hasta aquí, junto con las numerosas pruebas fotográficas que hemos mostrado en nuestras páginas, sabemos que Faul modificó sus dientes, aumentó sus labios y se puso una cicatriz, cambió la forma de sus ojos y cejas, levantó su nariz, se dejó durante un tiempo un bigote para disimular la distancia entre la nariz y la boca y las comisuras labiales, se colocó máscaras de látex para crear unas mejillas y contorno de rostro que no eran los suyos y utilizó orejas falsas de plástico. Casi nada…

Engañaron a muchos, pero no a dos expertos forenses que, asombrados, conseguían en 2009 la evidencia más irrefutable que tenemos de que Paul McCartney fue sustituído. Mientras tanto, Faul asistía a una entrevista en la que recordaba con sarcasmo cómo le miraban en el pasado algunos de sus fans, diciendo: 

IT’S HIM? IT’S HIM? OR…A VERY GOOD DOUBLE?

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 Lady Ruth.





Si están interesados en conocer a profundidad estos estudios y todas las investigaciones que Lady Ruth ha publicado hasta este momento, les invitamos a adquirir su libro.

Fuente: El Gran Misterio de los Beatles .

  Murió Paul McCartney en 1966 ?

Autora : Lay Ruth ,  publicado por Lighthousebcn.com

LIBRO AQUÍ :

http://lighthousebcn.com/falso-paul

En 1969, unos meses antes de que los Beatles anunciaran su separación definitiva, surgió un impactante rumor: Paul McCartney estaba muerto y había sido sustituído por un doble. Una legión de fans se lanzó a buscar pistas, hallando un sinfín de detalles que dieron forma a una leyenda que a día de hoy sigue plenamente vigente.

¿Por qué habría de costarle tanto a alguien demostrar que está vivo? ¿Por qué sus declaraciones parecen indicar que no conoce su propia historia?

Este libro es un resumen de todas las evidencias en las que se apoya este rumor, desde los análisis realizados por profesionales que confirmaban su veracidad, hasta los hechos misteriosos que rodean a muchos de sus protagonistas, desde Mal Evans y John Lennon, asesinados en extrañas circunstancias, hasta Ringo Starr y sus sorprendentes declaraciones: “Yo soy el último Beatle que queda”.

Al terminar el libro, se acabe creyendo o no en la verosimilitud de esta leyenda, la conclusión a la que sin duda llegará el lector es que en la historia de la banda más influyente de todos los tiempos hay un gran misterio todavía sin esclarecer.

Muchas veces la verosimilitud de una teoría se mide a través de probabilidades. La matemática suele ser una ciencia bastante exacta. En el tema de la leyenda de la muerte de Paul McCartney, al margen de los mitos y el “folclore” creado a su alrededor  a lo largo de más de cuarenta años, hay una serie de hechos (hechos, sí, no teorías ni interpretaciones) que, sumados, acaban dando un número de probabilidades a su favor pasmosamente alto. De hecho, el perito antropométrico Danielle Gullá se arriesgó, tras sus análisis de 2012, a hablar de nada más y nada menos que un 80%.

Esta teoría está plagada de excentricidades, muchos aficionados al misterio y las leyendas urbanas han querido encontrar pistas en cualquier parte y a cualquier precio, incluso a costa de la credibilidad de lo que pretendían demostrar. Así, tenemos cosas como un supuesto “desfile funerario” en la portada de Abbey Road o una pista dejada en un álbum editado un año antes de la supuesta muerte (algo que se asegura en el documental “El último testamento de George Harrison”).

Es lógico, por lo tanto, que este asunto despierte tantísima incredulidad y sobre todo tantas críticas en aquellos que no se han adentrado demasiado en sus claves.

Sin embargo, hay una serie de puntos que han hecho que miles de personas estén cada vez más convencidas de que este mito podría ser real. No estamos locos, es que hay datos que no tienen explicación.

Los más importantes son los análisis forenses. No estamos hablando de fanáticos de los Beatles, ni creyentes en la leyenda PID (acrónimo de “Paul is dead”, como se la conoce), sino de profesionales con gran experiencia, reconocidos internacionalmente en su campo.

LIBRO AQUÍ :

http://lighthousebcn.com/falso-paul

 

El caso de Bettina es absolutamente asombroso: eran tantas y tan concluyentes las pruebas que presentó ante el juez de que Paul McCartney era su padre (cheques para su manutención, un contrato firmado por él exigiendo a su madre que no hiciera público el asunto…) que éste estimó la demanda y obligó a McCartney a hacerse una prueba de AND. El resultado fue negativo, ante la sorpresa de Bettina que lo acusó de haber enviado a un doble el día de la prueba, a pesar de que las fotos lo muestran a él sin ninguna duda. Además, ella asegura que el grupo sanguíneo de la persona que se hizo dicho análisis no coincide con un registro de la Cruz Roja de Paul a principios de los años sesenta.

El Gran Misterio de los Beatles - Lady Ruth

¿Qué probabilidades hay de que todos estos expertos se hayan equivocado? ¿Cómo es posible que, al analizar la forma en que Paul McCartney cuenta su propia historia, uno no encuentre más que un cúmulo de mentiras, errores garrafales e incogruencias?

La teoría de la muerte de Paul McCartney no se basa sólo en pistas en canciones o mensajes ocultos. Para poder llegar a una conclusión es necesario conocer todos los elementos que la conforman, algo que ofrece el libro de Lady Ruth, “El gran misterio de los Beatles”, donde se expone al detalle todo lo nombrado aquí y muchísimos temas más absolutamente sorprendentes. De manera que, al terminar de leerlo, uno no puede por menos que hacerse eco de la pregunta final con la que la autora se dirige al protagonista de esta historia: “Señor McCartney, por favor, explíquenoslo”.

CONFERENCIA AQUÍ :

http://lighthousebcn.com/falso-paul

 


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