Por: Lilia Berenice Aguirre Valencia y Marisol García Lazalde.
Ambas estudiantes de la Licenciatura en Psicología
Email de Lilia Aguirre: aguirrevalencia1807@gmail.com
Email de Marisol García: marisolgarcialazalde@gmail.com
Vivimos en un mundo al que le encanta poner etiquetas. Callado, tímido, penoso, son palabras que se utilizan sin distinción de su significado. No está mal utilizar adjetivos, sin embargo, donde encontramos un problema es en el mal uso de estos, ya que aunque no sean características necesariamente malas, la sociedad parece reconocerlas como inferiores.
A lo largo de la vida, las personas introvertidas se exponen a prejuicios sin fundamento. Se ha expandido un ideal extrovertido donde es más atractiva una persona con facilidad de palabra que otra más reservada. De hecho, podemos observarlo hasta en espacios académicos donde se divide entre inteligentes y callados como si estos tuvieran relación alguna.
Cuando imaginamos a una persona agradable, inconscientemente pensamos en alguien que habla mucho, con iniciativa, capacidad de liderazgo, entre otras cualidades, una persona extrovertida. Debido a la fuerza con la que estos constructos sociales son esparcidos, llega a ser normal que el mismo introvertido se perciba dueño de un rasgo negativo y lo confirme a través de respuestas externas, pero ¿qué pensarías si te dijéramos que el poder también está hecho del silencio?
Es común crecer en un ambiente en el que se le invita al introvertido a realizar actividades de extrovertido para que salga de su zona de confort, pero nunca es al revés, porque parece que su personalidad fuera el estándar y el introvertido es quien se debe adaptar al mundo hecho para extrovertidos.
Con la intención de entender a mayor profundidad la palabra introversión, nos daremos a la tarea de explicarles su origen, ya que fue un concepto acuñado por el psicólogo Carl Jung, quien en 1921 publicó su libro llamado Tipos Psicológicos, dedicándose a explicar estructuras de personalidad basada en distintas funciones psíquicas donde se conjugan aspectos como pensamiento, sentimiento, sensación e intuición, siendo estas guiadas y modificadas por las dos grandes ramas: introversión y extroversión (Humbert, 2016).
De este modo, al adentrarnos en la descripción dada por Jung sobre la introversión, nos damos cuenta de que los describe con un notorio interés hacia el mundo interior y subjetivo, el cual involucra mayormente pensamientos y sentimientos que los hacen enfocarse en los significados de lo que ocurre a su alrededor, siendo esto contrario a lo que un extrovertido haría, ya que a este le parece más atractiva la vida exterior que viene acompañada de otras personas y actividades. (Jung, 1985). Siendo objetivos, podemos identificar que la mayor diferencia entre un introvertido y extrovertido es el objeto hacia el cual dirigen su energía, el primero dedicándola hacia la actividad interna y el segundo hacia la externa, no obstante, en el camino se podrán encontrar muchas otras singularidades que determinarán la personalidad completa. De hecho McGuire y Hull (1997) en su libro C. G. Jung Speaking nos aclaran un punto sumamente importante donde se nos explica que Jung nunca habló de una totalidad e incluso negó la existencia de introvertidos o extrovertidos puros, en cambio, remarcó que solo son características para describir tendencias o inclinaciones, donde habrá algunos con mayor interés hacia factores ambientales u otros influenciados hacia lo subjetivo, quizá algunos otros encuentren un balance entre ambos y tengan un poco de los dos (ambivertidos), ya que encasillar la personalidad en clasificaciones esquemáticas resulta imposible.
La introversión y extroversión parecieran ser polos opuestos, por lo que resulta fácil poder identificarte con una de ellas. Los test informales de personalidad han ayudado a alimentar la manera en que uno se percibe a sí mismo y las características que nos atribuimos, ya que socialmente es divertido poner etiquetas y crear categorías que ayuden a identificarte, crear grupos y tener sentido de pertenencia. Lo anterior no es incorrecto, ya que es natural de las personas hermanar, pero el tomarlo literal genera los extremos donde se comienza a percibir a alguno como agradable y el otro todo lo contrario. Sería mejor desglosarlo y entenderlo en este caso como lo explicaba Jung, una tendencia.
En esta línea de pensamiento, podemos entender que incluso no son sólo las tendencias y rasgos de personalidad los que conforman nuestro actuar y nuestras capacidades, debido a que según la situación las personas somos capaces de adaptarnos, lo que nos da la capacidad de mostrar distintas maneras de actuar. Al menos así nos lo hizo ver el psicólogo cognoscitivo social, Walter Mischel, al describir la paradoja de la consistencia, apoyando la idea de que por más que se etiquete a una persona de cierto modo, existen estímulos y contextos que sacarán a flote características distintas a las conocidas (Cloninger, 2003). Es por este motivo que, aun identificándote como introvertido, puedes no estar de acuerdo con las experiencias que otros sujetos con esta misma particularidad comparten, ya que siempre habrá muchos otros elementos a considerar antes de determinar nuestra manera de reaccionar, entendiendo así que no hay un introvertido estándar y no habrá instrumentos tan específicos que nos permitan delimitar si calificas como tal o no ya que cada quien lo vive a su manera.
Entonces, ¿realmente podemos delimitar lo que las personas pueden o no hacer solo por su tendencia psicológica? Ahora entendemos que sí hay características propias de cada uno que los diferenciarán, pero no son determinantes. Asociar directamente al introvertido con alguien tímido, inseguro, retraído y huraño (palabras mostradas por Google al buscar introvertido) no hace más que esparcir prejuicios. El interés hacia los procesos internos es quien hace al introvertido comúnmente introspectivo y por ende es menos frecuente la búsqueda de interacción con grupos sociales grandes, pero no significa que no puedan hacerlo o que algunos no tengan ganas de intentarlo.
En este respecto, es probable que haya personas que ni siquiera te imaginas que son introvertidas porque, ¿cómo un introvertido podría subirse a un escenario o hablar en público? Seguramente es difícil imaginar que personalidades como las de Michelle Obama, Avicii, Lady Gaga, Johnny Deep, George Washington, Beyoncé, Vin Diesel y Michael Jackson son o fueron mayormente de carácter
introvertido (16Personalities, 2024), por lo que el hecho de que este aspecto sea visto como un obstáculo para el desenvolvimiento humano no podría ser más que un mito.
De esta manera, podríamos seguir fomentando una ideación negativa alrededor de esta característica, pero ¿te has preguntado de qué manera vive el introvertido aquellas etiquetas basadas en prejuicios? Porque si ser “el tipo más agradable del mundo” conlleva tener una personalidad extrovertida y parlanchina, no serlo podría tener repercusiones en la autoestima de las personas.
La distorsión del concepto puede generar que realmente pensemos que el introvertido es una persona solitaria de tiempo completo, pero este es un extremo y la sola introversión como tendencia no sería el motivo de esto, ya que deberían influir muchos otros elementos para conjugar tal característica. Si mantenemos el pensamiento de que cualidades como las mencionadas al principio como ser agradable, tener iniciativa y capacidad de liderazgo tienen que ser tan explícitamente reflejadas en lo observable, quizás estemos pasando por alto la esencia de dichas características. Una persona introvertida suele tener más facilidad para escuchar, apoyar y promover estrategias por el procesamiento silencioso de las ideas que surgen (Genomawork, 2022), por lo que, ¿no es eso lo que hace un buen líder?
Como introvertido sería normal (hasta cierto punto) que en algún momento consideres que tus capacidades no son las suficientes para pararte frente un grupo de personas y hablar en voz alta, o para salir de fiesta y disfrutar de conversaciones casuales porque es lo que nos han dicho, pero solo sería muestra de que hemos caído en aquellos constructos alejados de la realidad. Si algo queremos destacar, es que encasillar bajo un concepto tú propia personalidad no servirá de mucho y, en cambio, debemos explorar nuestra introversión. Tal como lo mencionamos en párrafos anteriores, no es necesario que te identifiques con cada vivencia que otro introvertido tenga, ya que, así como la infinidad de otros rasgos que existen, para todos será diferente la práctica, pero quizá te sirva saber que hay muchos más como tú.
En distintos ámbitos nos han acostumbrado a tener que elegir entre blanco o negro, ser de una forma o de otra, movernos entre los extremos de la vida, tanto que olvidamos que la mayoría de las cosas, personas y situaciones pueden comprenderse mejor si contemplamos la existencia de la gama de grises. Aprender a ser flexibles en este pensamiento no resulta satisfactorio solo para ver a los demás, sino también para la propia percepción.
Nos atrevemos a aseverar que el mundo no está hecho para introvertidos, no porque no existan áreas donde puedan desenvolverse satisfactoriamente, sino porque aun demostrando que en efecto son capaces de hacerlo, parece que “solo les falta hablar más”. Lo cierto aquí es que, tal como lo dijo Morrie, “la cultura que tenemos no hace que las personas se sientan contentas consigo mismas” (Albom, 2007), porque vivimos encasillando a la gente, ignorando que cada persona tiene elementos que aportar desde sus propias cualidades.
Lo cierto es que un orbe donde solo existan personas con tendencias extrovertidas o introvertidas no es la solución. Al final todos necesitamos unos de otros y si alguna de estas características no existiera, nos quedaríamos muy cortos con la riqueza que hay en la diversidad de personalidades que existen. El problema es que nuestra sociedad no está lista para asimilar que la labia y energía que poseen en mayoría seres extrovertidos no son más que algunas de las tantas herramientas que los humanos somos capaces de poseer.
Referencias
Albom, M., (2007). Martes con mi viejo profesor. Maeva. Pp. 37
Cain, S. (2020). El poder de los introvertidos en un mundo incapaz de callarse. Vintage Espan̋ ol, Una División De Penguin Random House Llc.
Cantú, A. (2022). ¿Es malo ser introvertido? Debate.
Cloninger, S. (2003). Capítulo 11 MISCHEL Y BANDURA: Teoría cognoscitiva del aprendizaje social.
Teorías de la Personalidad 3ra Ed. (p. 349- 359). Prentice Hall.
Genomawork. (2022). El poder (infravalorado) de los introvertidos.
https://www.genoma.work/post/el-poder-de-los-introvertidos-caracteristicas-famosos-empr esas
Jung, C. (1985). Tipos psicológicos. Editorial Sudamericana Buenos Aires.
Hull, R. F. C., McGuire W. (1977). C. G. Jung Speaking: Interviews and Encounters. Princeton University Press.
Humbert, S. (2016). Introversión y Extraversión.
¿Por qué al psiquiatra Carl Jung probablemente le horrorizaría ver cómo interpretamos los conceptos que él creó? (n.d.). BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-55553125 16Personalities. (2024). Tipos de personalidad. https://www.16personalities.com/es/descripcion-de-los-tipos