Por Arturo Vásquez Urdiales
12 de octubre de 2024
Homo Sapiens vehemens.
Hoy, que hablamos del día de la Raza, hablemos de algunas peculiaridades de la Raza humana.
Se habla fácilmente de la frivolidad hoy cotidiana, de la idialización comercial de diversos afiches que marcan y definen las relaciones entre los seres humanos de la sociedad contemporánea.
Estos cartones de caricatura, lamentablemente definen, inmediatamente, el pensamiento colectivo lidereado por las redes sociales y de ahí al cambio en la legislación, hay un paso.
La trascendencia legislativa es alarmante, creando o transformando instituciones jurídicas o tipos penales impensables, que no son ejemplo de la realidad colectiva, sino más bien, la punta de un alfiler en el devenir social de esta nación.
El simple señalamiento cobra relevancia nacional. Sim embargo, aspectos de la vida tan naturales hace apenas unas décadas, hoy son frívolos, significativos y en ocasiones materia de deshonra. Pongamos un ejemplo, por no hablar de valores tales como el honor o la lealtad, ya no a una bandera, la lealtad entre nosotros mismos.
Pongamos como ejemplo la frívola idea social, grandemente influenciada por las redes sociales, del amor. Hoy frívolo. Alejado de la realidad evolutiva, genética y biologica del ser humano posmoderno.
El amor es hoy lo que dice el internet, como, lamentablemente muchas realidades cotidianas.
Sin embargo, hay muchos tipos de amor, materia de otro estudio, hablemos en exclusiva de aquel que hizo frívolo el internet.
Capítulo 1: La evolución desnuda de la humanidad
Hace más de 200 mil años, la humanidad comenzó a definirse, no por el amor ni el romanticismo, sino por una cruda lucha por la supervivencia. Los cromañones y sapiens, al inicio de sus encuentros en las planicies indoeuropeas, no tenían tiempo para imaginar historias de amor rosa ni para preocuparse por quién bajaba primero del árbol. Las relaciones entre hombres y mujeres estaban marcadas por la necesidad biológica de perpetuar la especie, un intercambio primitivo basado en instintos, sin el velo de una narrativa moderna.
En esos primeros días de nuestra evolución, las preocupaciones eran claras y simples: encontrar alimento, evitar ser devorados y asegurar la continuidad genética. Quien fuera más fuerte y resistente, sin importar su género, sobrevivía. El miedo a los grandes carnívoros ferales no hacía distinciones: tanto él como ella eran presas. Aún no existían las distinciones sociales que hoy inflaman debates y definiciones. ¿Quién tiene la primacía? En ese entonces, la única primacía era la de la supervivencia.
El hombre moderno, que en un tiempo se enfrentaba a la muerte cada día, ha olvidado sus orígenes. La realidad cruda de la biología, el crisol de la evolución, nos recuerda que antes de cualquier lucha ideológica, nuestra batalla siempre ha sido física y biológica, no emocional ni social. La evolución no tuvo en cuenta el romanticismo literario.
Capítulo 2: El espejismo del romanticismo moderno
El amor tal como lo conocemos hoy, con su carga de simbolismos rosas y expectativas idealizadas, no es más que una construcción moderna. No lleva más de setenta años consolidado en la narrativa contemporánea, un invento alimentado por intereses hegemónicos y globalistas que han comercializado la emoción humana. Las historias de caballeros y damiselas, de almas gemelas y vínculos emocionales trascendentales, son más producto de la máquina publicitaria y del cine de posguerra que de la naturaleza humana.
Cuando pensamos en el romanticismo, olvidamos que este sentimiento y su expresión no formaban parte de la realidad biológica y cotidiana de nuestros ancestros. El ser humano, en su esencia, es biológico antes que emocional. Pero la sociedad moderna ha sobrecargado al individuo con ideas sobre el amor que, en muchos sentidos, no corresponden a nuestra naturaleza evolutiva. De la misma manera que en épocas pasadas nos preocupábamos más por los depredadores que acechaban en la oscuridad, hoy nos obsesionamos con narrativas emocionales que poco o nada tienen que ver con nuestra condición biológica.
La falta de ética narrativa del amor plástico de las redes sociales.
El romanticismo contemporáneo no es más que una pantalla, un disfraz que nos desvía de las realidades crudas de la vida humana. Las viñetas rosas, esas ideas de que el amor todo lo puede, son solo herramientas para moldear un comportamiento que beneficia a ciertos poderes fácticos, perpetuando la ilusión de que el amor es una emoción omnipresente y esencial, cuando en realidad no es más que una invención cultural.
Ya no hay escuelas que conduzcan a la transformación mítica y trascendental del amor como crisol de cambio conductual. Estoy devquedo en los ancianos, las iglesias y los conventos.
Las sociedades modernas confunden fácilmente el sentimiento con el deseo, desenfreno e ímpetu, más ello es contrario a la sencilla realidad evolutiva, una cosa es la narrativa comercial y otra la biología evolutiva.
Capítulo 3: El tercer mundo, el último bastión de la humanidad
Mientras tanto, la era de cristal, con su pausa en la reproducción y su culto al individualismo, ha roto los moldes contemporáneos en los países desarrollados.
Aquellos que supuestamente llevan la batuta de la modernidad han dejado la tarea de continuar la especie a los sectores menos favorecidos, los marginados del sistema. En las regiones del llamado “tercer mundo”, el romanticismo no tiene el mismo peso; la supervivencia sigue siendo el motor principal, y la tarea de engendrar ha recaído, como siempre, en los oprimidos.
El rico humillando al pobre
Una terrible realidad, amenazante para la especie humana, es que los ricos del mundo han dejado de reproducirse. Está tarea hoy le corresponde al tercer mundo, que no deja de hacerlo. Esteves el mejor galardón de premio nobel para la humanidad hoy, el mal llamado día de la Raza.
Este fenómeno se observa con claridad en las diversas clases sociales de países como el nuestro, unas de arriba se reproducen menos y otras las de abajo no dejan de hacerlo, en unos años más, el colapso evolutivo forjará necesariamente otra realidad a la que no estamos preparados y ni siquiera hay conciencia, como en muchas cosas, para empezar a hacer un análisis riguroso y científico.
El siguiente colapso humano
En estas tierras, el romanticismo rosa carece de sentido, porque las prioridades siguen siendo las mismas que en los tiempos de los cromañones: sobrevivir. La biología sigue su curso, mientras el primer mundo, atrapado en sus afiches sociales transitorios y su desconexión con la naturaleza evolutiva de la vida, parece haber olvidado su razón de ser.
Así que no nos preocupemos por ser caballerosos, porque la humanidad se encamina hacia un futuro donde esa caballerosidad, tal como la hemos entendido durante el último siglo, ya ha muerto.
Los caballeros son en las comedias, telenovelas o Netflix, el hombre de la calle, generalmente es bastante patán, basta oír los claxones de nuestras ciudades, o la violencia primitiva urbana, suburbana y urbana marginada de los asentamientos humanos contemporáneos. Las mentadas de madre y los laminasos son la clara manifestación del colapso de la tolerancia en pro de la testosterona bicefala por la Coca-Cola, los estimulantes químicos y el lavado de cerebro de las redes y el internet. Hoy el depredador no tiene aquellos colmillos y aquellas fauces, es tu vecino.
_¿y el amor?, ¿pues noqué muy amorosos?, ya ve que no.
Abrazos y no madrazos
Los verdaderos héroes de la continuidad humana no son los que construyen sus vidas en torno a narrativas románticas, sino aquellos que, como siempre, luchan por subsistir.
En el fondo, somos hijos del sol, del agua que nos dio Andrómeda en su danza con la Vía Láctea, y de los nutrientes de la madre tierra. Nos matamos todos los días, y nuestra evolución sigue siendo mayormente biológica. ¿Por qué preocuparnos por las luchas pasajeras, cuando lo esencial ha sido siempre sobrevivir?.
Estamos claramente ante el colapso de la especie [Raza] humana, como la conocemos.
Las condiciones evolutivas en nada rigen para las hordas de mal educados que rellenan el planeta y lo depredan, como indeseables huéspedes.
Estás breves reflexiones no rigen para la esencia real y transformadora del verdadero sentimiento humano que es el amor real y verdadero. El no romántico, pues, el de a verdad. Ajeno al homo sapiens, el nuevo homo: sapiens vehemens in interrete.
Simplemente: sapiens vehemens.
(El hombre sabio violento por Internet: sencillamente El hombre violento).
Analizaremos mañana la esencia del amor.
Urdiales Zuazubiskar fundación de letras hipnóticas AC ® ©
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