Por: Claudia Andrea Montecinos Muñoz
Licenciada en educación Universidad Cardenal Raul Silva Henríquez
Magister en Educación: Gestión y Dirección educacional.
Universidad Alberto Hurtado
Actualmente Docente en Centro educacional Federico Garcia Lorca y Colegio de Adultos José Abelardo Núñez.
El mejoramiento de una institución educativa parte por reconocer de qué manera cada miembro de la comunidad ejerce su labor. De esta forma, se debe desarrollar en la institución la idea de “evaluar para mejorar”, para conseguir este fin “es necesario un nuevo contexto de evaluación que cambie la lógica del enfrentamiento por una lógica de la colaboración entre los actores”(San Fabián, J.;Granda, A. 2013), con esto se quiere desarrollar la capacidad de asumir el compromiso de cada integrante del establecimiento, esto generaría un trabajo integral donde la responsabilidad recae en todos y cada miembro adquiere compromisos para lograr cambiar las falencias encontradas. Esto permite que la institución pueda dilucidar los objetivos que se encuentran completamente arraigados y cuáles son los que hay que mejorar. “La mejora de la escuela no puede constituirse como un fin, sino como medio para un cambio real en la sociedad”( San Fabián, J.;Granda, A. 2013 ) es por esto que se necesita trabajar desde la institución misma, con los miembros que producen estos cambios donde cada integrante se plantee sus propios objetivos para lograr la verdadera transformación o “justicia social” partiendo de la base de que para construir estos cambios se necesita de una organización basada en la participación de todos los miembros de la comunidad educativa y que funcione desde la democracia.
Por esta razón, creo que la mejor herramienta para llevar a cabo este proceso es la autoevaluación entendida como “un proceso de aprendizaje y construcción de conocimiento;(Sverdlick, 2007) ya que esto permite recopilar, organizar, analizar, dar solución y valorar la información sobre el desarrollo de las acciones y del resultado de los procesos de la institución. Esto es fundamental ya que funciona como estrategia democrática donde todos los miembros de la comunidad educativa son partícipes de los objetivos y metas a conseguir. La autoevaluación permite que cada uno de los componentes esenciales del proceso enseñanza aprendizaje cuestionen y mejoren desde adentro, consigan solucionar las practicas que no han logrado, establezcan un balance de fortalezas y oportunidades de mejoramiento que permiten elaborar un plan institucional emitiendo juicios sobre lo que no está funcionando o impidiendo aprendizajes significativos en los estudiantes. Para que el proceso de autoevaluación sea fructífero y sus resultados sean útiles para la institución y en la toma de decisiones futuras es necesario que los integrantes del centro compartan principios básicos de veracidad, honestidad, coherencia y responsabilidad en el manejo de la información estas son actitudes fundamentales para garantizar la calidad de la evaluación. Por ello, las evidencias (documentos, informes, encuestas, indicadores) son indispensables para sustentar los juicios relativos al estado en que se encuentra la institución y las decisiones que determinarán su rumbo futuro. Más que cumplir con una norma, la autoevaluación busca promover la participación activa de la comunidad educativa en el conocimiento del estado de desarrollo institucional, sugiriendo ambientes favorables a la contribución significativa y propositiva en la autoevaluación y a la presentación de sus resultados a la comunidad en general.
Puesto que “la autoevaluación no es un fin en sí mismo”(Murillo; Krichesky, 2012), ya que de ella se derivarán nuevas rutas a seguir para mejorar la institución, se requiere que los participantes en el proceso comprendan que el éxito del desarrollo institucional exige del esfuerzo conjunto y organizado de todos en el ámbito de acción que les corresponde concentrar todos sus esfuerzos hacia la consolidación de un Proyecto Educativo Institucional (PEI) que posibilite alcanzar el desempeño esperado en los estudiantes y mejorar la práctica educativa de los centros, “la escuela que aprende es una escuela reflexiva y, por tanto, una escuela que se autoevalúa” ( San Fabián, J.;Granda, A. 2013).
Los cambios que se generen en el interior de la entidad educativa deberán sustentarse en la planificación de ciertas acciones o etapas previamente estudiadas que llevaran a las decisiones correspondientes para alcanzar los fines y metas institucionales.
El proyecto educativo del centro educacional Federico García Lorca menciona en su misión que “es un establecimiento abierto y pluralista que acoge a los educandos en sus distintas modalidades de enseñanza sin hacer distinción de credos, raza, nacionalidad ni situación social, desarrollando el espíritu cooperativo y de empatía”(P.E.I. Centro educacional Federico García Lorca, 2008). La razón de la existencia o sello del establecimiento es fomentar la valoración por la diversidad cultural y el espíritu cooperativo, guiando la disciplina como un medio para desarrollar el autocontrol. El establecimiento cuenta con gran diversidad de alumnos de la comuna de Renca, sin impedimento para ingresar a él ya que se enmarca en la categoría de colegio inclusivo, integrando al alumno que lo quiera independiente de su contexto, nivel socioeconómico y capital cultural. Es por esto que mi evaluación se dirige a este punto fundamental ya que este año se ha evidenciado un cambio considerable en la conducta y convivencia escolar, creando un nuevo paradigma de comportamiento de los alumnos de primero medio, encontrándose envueltos en conflictos, agresiones físicas y psicológicas en contra de ellos mismos y docentes del centro, llegando a producir una micro cultura negativa al interior del establecimiento.
Para comenzar implementaré un proceso de diagnóstico con entrevistas personales con los alumnos más conflictivos de los primeros medios y al mismo tiempo con apoderados y profesores para lograr englobar a los principales actores del conflicto. Ya identificadas las fortalezas y debilidades podemos dilucidar cuales son las manifestaciones tanto de los profesores, alumnos, apoderados y en general de toda la comunidad educativa para lograr entregar una información fidedigna basada en la opinión y trabajo colaborativo de toda la comunidad escolar y lograr como objetivo el desarrollo de nuestro P.E.I. para que los alumnos avancen en el conocimiento de sí mismos, logrando una autovaloración personal y social.
Se debe involucrar a la comunidad para desarrollar la lógica de la responsabilidad y la colaboración entre los actores, así se constituye un sistema integral donde todos son responsables, esto quiere decir, que la responsabilidad del comportamiento de los primeros medios es compartida y colectiva.
Ya desarrollado el diagnostico donde se menciona los problemas que impiden obtener aprendizajes significativos en los estudiantes de primeros medios, se implementa la planificación con el monitoreo y seguimiento que me entregará las herramientas e indicadores necesarios para solucionar el dilema.
Se convoca a reunión para dialogar sobre los conflictos que se generan al interior del aula se habla sobre las expectativas para acordar bases de participación autentica. Se define el foco principal (en esta etapa se evidencian quejas, preocupación, molestias) se clasifica la información de acuerdo al grupo de personas (profesores alumnos, familias, directivos).
Ya analizado el tema, se implementará un trabajo con entrevistas personales y compromisos por parte de todos los involucrados evaluando y promoviendo que los propios protagonistas se involucren en el mejoramiento de las prácticas educativas, se trabaja con cuaderno de tutorías y seguimiento el cual nos servirá de fuente concreta para evaluar los avances en cada alumno, además se implementaran talleres en las clases de consejo de curso que se deben enfocar en ayudar a los adolescentes a saber usar sus mentes de manera correcta, el establecimiento debe dar énfasis explícito y conscientemente en los valores y expectativas (“no te amenazo”, “espero mucho de ti”) (Murillo y Hernández-Castilla, 2014), completa sinceridad y buena educación valores de justicia, generosidad y tolerancia, se debe enfatizar en incentivos apropiados para los estudiantes y profesores, los padres deben ser tratados como colaboradores esenciales necesitamos un alumno capaz y seguro. Tener un clima de alta expectativa en rendimiento hacia los estudiantes, por medio de actividades efectuadas en consejo de curso donde se trabajaran con pautas de cotejo evaluando el cumplimiento de estas en completa relación con los compromisos efectuados anteriormente en la tutoría, se realizaran mediaciones y cada alumno se hará cargo de su conducta y actuar frente a conflictos. El consejo de curso debe contar con una atmósfera ordenada sin ser rígida y tranquila sin ser opresiva, hay que aceptar a los alumnos tal y como son y adaptar a ellos el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Se evaluará a partir de los compromisos de cada alumno, llevando un registro semanal de pautas de comportamiento, revisión de registros de la hoja de vida, asistencia y participación en los talleres de consejo de curso. Se espera que los alumnos en un tiempo de 4 meses obtengan cambios significativos en su actuar y logren desarrollar competencias sociales. Además, se debe dar un mayor sentido de responsabilidad docente ante procesos de aprendizajes, es decir, no culpar al alumno por sus fracasos, crear una cultura positiva hacia el aprendizaje y la enseñanza, ya que “La finalidad última de los procesos de cambio escolar debe ser la consecución de una sociedad más justa lo que se consigue con escuelas que trabajan en justicia social desde la justicia social” (Murillo y Hernández-Castilla, 2014).
BIBLIOGRAFÍA
Murillo J. (2015) Mejora de la Escuela: Medio siglo de lecciones aprendidas REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 13(1), 69-102.
Murillo, F.J. y Hernández-Castilla, R. (2014). Liderando escuelas justas para la Justicia Social. Revista Internacional de Educación para la Justicia Social (RIEJS), 3(2), 13-32.
Murillo, F.J. y Krichesky, G.J. (2012). El proceso del cambio escolar. Una guía para impulsar y sostener la mejora de las escuelas. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 10(1), 26-43.
P.E.I. Centro educacional Federico García Lorca, 2008
San Fabián, J.; Granda, A. (2013) Autoevaluación de los Centros Escolares: Cómo mejorar desde dentro (Cap. 3 y 4) Síntesis Madrid
Sverdlick, I. (2012) Qué hay de nuevo en la evaluación Educativa. Autoevaluación Institucional, democratizar la gestión escolar para mejorar la calidad. Buenos Aires, Noveduc