SIX BLIND, AN ELEPHANT, NATURE IN COMPLEX SYSTEMS.

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Dr. J Jesús Francisco Carpio Mendoza

Colegio en Estudios Científicos y Tecnológicos.

La naturaleza es un gran sistema complejo, el cual no terminamos de comprender, ni tampoco de determinar sus conexiones entre sí.

Somos ciegos, tocando y palpando trozos de información, la cual con nuestra gran imaginación procesamos, buscando dar forma, para compararlo con algo ya establecido; un patrón, secuencia, gráfica o modelo matemático.

Permitame narrarle un cuento de mi infancia donde nos hace referencia a todo lo anterior.

En la Antigüedad, vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiendo entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincente.

Un día, discutiendo acerca de la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar, y así salir de dudas.

Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendieron la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva.

Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaron por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.


El más decidido, se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces  contra  el costado del animal. “El elefante  –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.


El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda la forma de este animal es como la de una lanza!”.


Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.


Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.


El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.


El sexto sabio que era el más viejo, se encaminó hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.


Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante.

«Todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocados».

En el arduo trabajo de sistematizar a la naturaleza, que tan ciegos estamos, al no poder ver, escuchar e interrelacionar los datos que más colegas, para formar la imagen real, sea cual sea.

Tenemos una realidad aparente, un 20% , donde el resto está oculto, entretejido a lo que estamos estudiando, a la espera de ser descubierto, en donde la sorpresa mayor, es al ir descubriendo sus elementos, a manera de un rompecabezas; o como un iceberg, que solamente vemos una parte, y al bucear, tenemos que bajar cada vez más para podernos maravillar de su grandeza oculta; lo que lo hace ser, de donde viene su fuerza,i flotación, empuje y equilibrio.

«TODA OBRA DE LA NATURALEZA, ENCIERRA UNA GRAN ENSEÑANZA»

Usthad Taihd.

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