Por Arturo Vásquez Urdiales

9 de abril de 2024

Para Arturo David Vásquez Tovar, en sus 28 años de vida.

Título: El éxtasis de las letras: Tras las huellas de la vainilla y la libertad de Edmond Albius

El olvidado esclavo que le dio la vainilla al mundo.

En el vasto lienzo de la historia, trazamos un relato enigmático, donde la vanidad de la vainilla se entrelaza con el destino de un niño esclavizado, Edmond Albius.

En las sombras del olvido, su figura se yergue como un faro perdido, iluminando los secretos de la botánica con una técnica simple pero celestial.

En el año 1841, en los confines de la Isla Reunión, un joven de tan solo doce años, cuyo nombre resonaría en los ecos del tiempo, desafió las cadenas de la ignorancia y la opresión.

La Francia negrera había sustraído vainas de vainilla de México y la llevaron a la Isla Reunión, cercana a Madagascar, eran los albores del siglo 19, no habían derechos humanos, solo violencia y explotación de esclavos, que preferido era que murieran atados al sol en la jornada interminable, que un poco de libertad, haciendo ridículos los apotegmas de libertad, igualdad, fraternidad.

Edmond Albius, un niño sin educación formal, sin letras que guiaran su camino, desentrañó el enigma de la polinización de la vainilla.

El sólo descubrió el método, lo desarrollo y cambio el destino de la vainilla y el mundo.

En un acto de genialidad nacido de la adversidad, Albius elevó su voz silenciosa sobre el clamor de la esclavitud, encontrando en la delicadeza de una brizna de hierba el instrumento de su liberación.

Alzando la vaina macho, extrayendo delicadamente y vertiendo el polen en la vaina hembra, se obtuvo la polinización sin abejitas mexicanas.

México jamás ha expuesto una nota -por lo menos- diplomática por el plagio, la vainilla científicamente y por su denominación de origen, es mexicana, y debe defenderse.

Las vainillas importadas de México, en un gesto de exilio botánico, encontraron en tierras lejanas un silencio quebrado por el susurro de un niño esclavo.

Mientras los botánicos de su tiempo luchaban en vano contra el misterio de la polinización, Albius, sin saber leer ni escribir, escribió un nuevo capítulo en la historia de la ciencia. Su técnica, aparentemente simple, se convirtió en el hilo de oro que tejía la fortuna de la Isla Reunión, convirtiéndola en el epicentro mundial de la vainilla, a expensas del dueño de la vainilla: México.

Pero el destino es un tejedor caprichoso, y la gloria efímera se desvanece ante la cruda realidad de la vida. Edmond Albius, nunca libre en cuerpo ni en espíritu, sucumbió a los rigores de una existencia marcada por la esclavitud y la injusticia.

A la temprana edad de cuarenta años, su voz se apagó en el silencio de la historia, llevándose consigo el eco de su hazaña.

Hoy, en los campos de Madagascar, la técnica inmortalizada por el joven esclavo sigue resonando en los pétalos de la vainilla. En cada flor polinizada y en cada vaina cosechada, el legado de Albius perdura como un monumento a la resistencia y la tenacidad del espíritu humano. En las letras hipnóticas de su historia, encontramos el reflejo de un genio olvidado, cuyo destello ilumina los rincones más oscuros de la memoria colectiva.

Gracias Albius🌑

Urdiales Zuazubizkar fundación de letras hipnóticas A.C.

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